domingo, 19 de febrero de 2012

La "nueva economía": una coyuntura propia del poder hegemónico en el marco de la mundialización del capital

Traducción de Manuel Talens y Carlos Santonja.
Este texto es una versión del capítulo escrito por François Chesnais para un libro colectivo:
La globalización y sus crisis. Interpretaciones desde la economía crítica
F. Chesnais, G. Duménil, D. Lévy, I. Wallerstein
Los libros de la Catarata, Serie Viento Sur, Madrid 2002.
ISBN 978-84-8319-153-8
(F. Chesnais, G. Duménil, D. Lévy, I. Wallerstein, Une nouvelle phase du capitalisme?, Collection Séminaire marxiste, Syllepse, 2001).
Los países capitalistas desarrollados conocieron durante los años setenta y al menos una parte de los años ochenta, una gran crisis estructural. En los años noventa se diseñaron nuevos perfiles de evolución y hasta finales de 2000 prevalecía la imagen de una salida a estas crisis. De repente, la entrada de la economía norteamericana en la recesión del 2001, la caída de las Bolsas y la crisis en Argentina sugirieron una mayor inestabilidad.
El alcance de las transformaciones de los últimos diez o veinte años es mayor, tanto si se quiere alabar esos nuevos procesos como si se quiere criticarlos. Los mismos temas aparecen constantemente: mundialización, globalización, financiarización, mercados sin grilletes, (neo) liberalismo, fin de Estado del Bienestar, etc. Durante los noventa la expresión fetiche fue Nueva Economía: entrábamos en un nuevo período de crecimiento y eficiencia. La expresión remite ante todo a nuevas tecnologías entre las que Internet es la figura emblemática, pero de forma más general se trata de tecnologías de la información y de la telecomunicación.
¿Qué sobrevivirá a estos fenómenos después de la recesión? La historia del capitalismo nos enseña que períodos más largos, con características técnicas e institucionales muy bien definidas, se ven temporalmente interrumpidas por recesiones o crisis financieras. Por tanto, ¿podemos identificar en estos nuevos rasgos una nueva fase del capitalismo detrás de la mera sucesión de las recesiones y recuperaciones del ciclo económico?
El siguiente texto hace referencia al periodo anterior al año 2001, ofreciendo una interpretación crítica de la que entonces se llamaba «nueva economía», una solución a las crisis del capitalismo y una promesa de crecimiento para la economía capitalista mundial. El análisis que realiza Chesnais de aquel periodo puede aplicarse en la crisis actual:
·  Se trata de etapas particulares de la evolución del imperialismo, entendido éste como la dominación integrada e internacional por parte del capital financiero. La “globalización” surgió de la liberalización, de la desregulación y de la privatización, diferenciándose de formas anteriores de internacionalización en la ausencia de localización del capital productivo.
·  El régimen de acumulación existente se centra en nuevas formas de concentración del capital-dinero, en nuevas formas de captación del valor y en las instituciones que garantizan la seguridad de las operaciones de inversión financiera. La primera fase del “poder de las finanzas” fue la “dictadura de los acreedores” surgida a principio de los años ochenta. Esta “dictadura de los acreedores” goza de la capacidad de modificar el reparto de la renta y de influir sobre el ritmo y la orientación de las inversiones en todos los países que poseen un sector público importante. Junto a los rendimientos de los títulos de la deuda pública, los dividendos se convirtieron en un mecanismo determinante de apropiación del valor y de la plusvalía, y los mercados bursátiles en una institución decisiva para la regularización del régimen de acumulación.
·  La introducción del grado máximo de flexibilidad en el mercado de trabajo y el sometimiento de los asalariados a contratos basura son una tentativa de imponer al mundo laboral el equivalente de la liquidez con la que el mercado financiero dota al capital. No pueden esperarse aumentos de la productividad global de la economía basados en el progreso técnico o en nuevas innovaciones; el incremento de la productividad se basará en la mayor explotación de la mano de obra.
·  Una de las principales contradicciones del régimen de acumulación se encuentra en que la exigencia de rentabilidad financiera excede con mucho a las posibilidades objetivas de rentabilidad de un gran número de las actividades financieras que éstos financian.
·  El patrimonio o capital constituido por títulos bursátiles es un capital ficticio. Está compuesto por créditos, es decir, por promesas sobre la actividad productiva futura, que son luego negociados en un mercado muy particular, que fija el “precio” según mecanismos y convenciones muy especiales. La propia esencia del capital ficticio hace que su evaluación sea difícil y fluctuante.
·  Los mercados tienen una vida en parte “autónoma”, cuya labor es la creación de los precios de las acciones sobre la base de las muy particulares “convenciones”. Por eso, son el lugar donde crecen capitales ficticios de enormes dimensiones. En relación a las acciones, Marx escribió: “los títulos establecen solamente derechos sobre una fracción de la plusvalía que el propietario se va a apropiar. Pero esos títulos se transforman también en un duplicado del capital real, en pedazos de papel como si un certificado de devolución de valores pudiera tener un valor junto al de la devolución y al mismo tiempo que ésta. Se transforman en representantes nominales de capitales que no existen […] en su calidad de duplicados, negociables por sí mismos como mercancías que circulan, pues, como un capital de valor ficticio: puede aumentar o disminuir de manera independiente de los movimientos de valor del capital real, sobre los que sus poseedores tienen un derecho”.
·  El capital ficticio (en forma de burbujas financieras, inmobiliarias o de cualquier otro tipo) ha dejado de ser una aberración local, un paréntesis en el curso de una dinámica financiera en general razonable, para convertirse en un carácter permanente del régimen de acumulación.
·  No fueron los crash de los pequeños mercados bursátiles de México y de los países del sudeste asiático los que arrastraron a las economías de estos países a recesiones brutales. Hubo recesión y depresión porque el estallido de estas burbujas provocó el estallido en cadena de otras burbujas y se extendió a los balances bancarios, provocando una destrucción de capital ficticio bajo la forma de crédito y, a partir de ahí, la crisis se propagó de manera brutal al resto de la economía.
·  El capital ficticio que compite en la Bolsa no posee la propiedad de crear nuevas riquezas, de crear valor. Para que la burbuja financiera pueda adquirir una “permanencia” es preciso que las finanzas ejerzan algún parasitismo sobre la economía real.

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